La próxima
visita que nos lleva hacia la margen izquierda del río Gállego, en busca de
estos templos en estilo serrablés, nos acerca en esta ocasión hasta la
población de Orós Bajo. El acceso es relativamente sencillo desde la A-136 a la
altura de Sabiñánigo, tomando el desvío a Oliván, pudiendo completar fácilmente
una “mínima” ruta serrablesa, puesto que se engarzan unos ejemplos con otros (Satué,
Oliván, Busa,…) como un racimo de arquitecturas.
A la salida norte de Orós se levanta su parroquial dedicada
a Santa Eulalia, es otro ejemplo especial por lo que representa el momento de
transición desde el mozarabismo hacia un románico más pleno.
Por tanto, es probable que nos encontremos ante uno de los
tipos más tardíos del grupo de iglesias serrablesas; pudiéndose iniciar su
factura en clave “larredense”, a lo que obedecería su planta, pequeña nave
rectangular con ábside semicircular, para ir concluyendo en el
románico-lombardo.
Lo hasta aquí dicho se puede evidenciar en la configuración
del ábside. En él aparecen, como en tantos de sus hermanos (Lárrede, Satué,…),
las consabidas arcuaciones en número de siete, prolongándose en lesenas, que
parten de una moldura biselada, y abriéndose en el vano central, con motivo de
centrar al ábside, una ventanita abocinada.
Pero su carácter atípico para estas iglesias serrablesas, lo
encontramos en la falta de otro de los hitos que lo diferencian: el friso de
baquetones se encuentra ausente. Muy probablemente motivado por el avance del
románico irradiado por Jaca. Bien pudo tratarse de un cambio de maestro, una
vez iniciados los trabajos, como en otras ocasiones se ha propuesto para otros casos
(p.ej. Satué).
El caso es que al interior del edificio todavía se hacen más
presentes aquellos orígenes serrableses, un presbiterio atrofiado da paso desde
el ábside a una nave reducida, que al exterior se unifican a través de potentes
contrafuertes. Dicha cabecera queda cubierta por cúpula de cuarto de esfera que
arranca desde una moldura biselada, que se hace extensible también al presbiterio.
Por cuanto a la iluminación de la nave, corresponderán tres
ventanales que se abren en el muro sur, a lo que añade otro en el hastial de
poniente. Todo cubierto por una cúpula de medio cañón, sin duda de fábrica
posterior, por cuanto en origen probablemente se trataba de una simple cubrición
en madera, culminando, eso sí, en techumbre a dos aguas.
Como otros ejemplares de esta comarca, sufrió también los
rigores de la Guerra Civil, puesto que al encontrarse en la inmediaciones del río Gállego, que servía como frente de
batalla, era peligroso acercarse a las inmediaciones del templo por el riesgo
de disparos, así que para acceder a su interior se optó por abrir un acceso en
el ábside, a la altura del ventanal central, hoy afortunadamente restaurado.
Si los ejemplos más sobresalientes de torre-campanario de
arte serrablés (Lárrrede, Oliván, Gavín,…) se caracterizan por su esbeltez, erigiéndose
para recortar el cielo, subrayando la elevación de la iglesia; será fácil
apreciar que en este caso que la torre no es sino una integración algo
posterior, aunque armonizada con su forma global, nada tendrá que ver con
aquellas “agujas serrablesas”.