La iglesia de Basarán
será un ejemplo más, entre tantos otros, que jalona el fenómeno de la
despoblación, que vino a recorrer la
provincia de Huesca durante las décadas centrales de la pasada centuria.
En concreto el Sobrepuerto, lejos de mostrarse como una excepción hemos de verlo como uno de los casos más crudos y paradigmáticos de este trasvase de población, consecuencia de unas políticas erróneas e inhumanas que secularmente han venido sufriendo calladamente determinados territorios, pero más duramente, si cabe, durante los años del “desarrollismo” franquista. La ruina que se extendió por áreas consideradas arbitrariamente limítrofes o “marginales”, fueron las sacrificadas en pro de unos intereses económicos que ponían su mirada muy lejos de estas alturas.
De hecho, Basarán no es sino uno más de los lugares que
quedarán deshabitados en Sobrepuerto. El término fue vendido a Patrimonio
Forestal del Estado en los años 50 , habiéndose repoblado con pinos que han
acabado por formar un túpido bosque; cuando todavía en 1920 estaba constituido
como ayuntamiento disponiendo de
maestro, cura y secretario.
LA IGLESIA
La iglesia primitiva
perteneció al monasterio de San Úrbez y San Miguel de Basarán, filial a su vez
de San Pedro de Raba, pudiéndose contar noticias suyas desde la primera mitad
del siglo XI.
Todavía en 1850, se podían contabilizar aproximadamente un
centenar de habitantes, pasando a los 44 vecinos en 1950 y, con la llegada de
la siguiente década, la soledad más absoluta.
Luego llegaría el traslado
de parte de los restos de su iglesia al complejo turístico de Formigal. La
primera piedra se trasladaría en junio de 1972, para completarse un año
después; aunque puede suscitar cierta polémica el traslado de éstos a un
contexto más o menos extraño, más todavía lo será su rehabilitación, con
añadidos que pueden ser muy discutidos.
Pero lo cierto, es que también en su devenir histórico
sufriría profundas evoluciones. En sus orígenes se debería a una única nave rectangular,
rematada en un ábside; posteriormente se le añadió otra nave más reducida en su
lado norte, que al igual fue “coronada” con un ábside, probablemente se
construía una tercera nave en el lado meridional, pero sin remate absidial.
Obteniendo las tres naves que podemos apreciar en la actualidad.
Cabe barajar la posibilidad, nada descabellada, por la que
pasaría la existencia de dos iglesias paralelas, con advocaciones distintas,
pues dentro del románico del Gállego puede encontrase otro ejemplo
significativo con dos ábsides: Lasieso.
No parece ofrecer
problemas sobre su tipificación, pues ya Durán Gudiol remontaría su mozarabismo
al siglo X, mientras que otros (A.Canellas, A. SSan Vicente) llevarían la fecha
hasta el siglo XI.
Los ábsides, que son
de factura original, se basan en cinco arcuaciones ciegas sobre lesenas –origen
lombardo- que van a descansar sobre una especie de pódium o basamento; en la
parte superior, el llamativo y correspondiente friso de baquetones, quinta
esencia de este románico del Gállego, que termina por imprimir su peculiar
carácter al conjunto. En ambos ábsides
se pueden ver alargados
ventanales en las arcuaciones centrales que ayudan a centrar la estructura.
Cabe resaltar el trabajo de policromía original, que al
menos afectaría al ábside principal, éste estuvo decorado con pinturas murales
de transición al gótico, con la figura central del Salvador, hoy desaparecida
por la humedad y el deterioro natural.
El ventanal que hoy se puede apreciar en la cabecera de la
nave más meridional, haciendo las veces de acompañante de los dos ábsides,
colocado ahí, por tanto, con la intención de conseguir una mayor armonía, se
encontraba en origen en el muro sur de la nave original.
Otra de las
transformaciones más arriesgadas que
sufrió a consecuencia de su traslado, estará en la adición de la
torre-campanario, traslación fidedigna de la de San Pedro de Lárrede, aunque de
dudoso respeto al conjunto original.