domingo, 27 de octubre de 2013

TUMBAS ANTROPOMORFAS DE AYERA (ERMITA DE SAN ESTEBAN)


"Las rocas, entretanto, nombradas en honor de espacios singulares
En cuerpos interiores deambularon antaño imágenes capaces
De hacer temblar a otros y ofenderlos"
W.D. Auden


El lugar a donde debemos de dirigimos, en esta ocasión, lo encontraremos dentro del término de Ayera, un pequeño núcleo cercano a poblaciones de Bandaliés y Loporzano. Un momento antes de entrar en Ayera nos desviaremos a mano derecha por una pista que nos conducirá, apenas doscientos metros discurridos, a un afloramiento rocoso de arenisca donde se eleva la ermita de San Esteban.





Dicho promontorio se advierte fácilmente desde el camino que seguiremos, donde la ermita, que debió tratarse en otro tiempo de un poblamiento islámico, cuenta con una planta rectangular, dividida en cuatro tramos merced a tres arcos apuntados que arrancan directamente desde el suelo.

Hoy la techumbre –en origen de madera- totalmente derruida deja sin embargo apreciar la buena sillería delas dovelas en los arcos mencionados.




Del interior todavía podrán apreciarse tanto una pila bautismal, nada más traspasar el único acceso del templo, como un altar adosado al muro del testero orientado hacia levante, como así lo exige el templo.







Su hechura, en lo fundamental, a base de mampostería, sólo en las zonas más comprometidas (esquinas) se recurrirá a la sillería.






















El acceso, priorizando la sencillez, está realizado por un arco de medio punto de dovelas lisas. No lejos del mismo municipio de Ayera otra ermita de muy similares características, san Fertús, nos dará las claves del momento constructivo en estos ejemplos de transición hacia el gótico (siglos XIII-XIV).




En la ladera oriental pueden apreciarse lo que muy probablemente se tratarán de silos o cistas, ahora abiertas perpendicularmente al desmoronarse un aparte de la roca que los conformaba.




Pero quizás, lo que más puede despertar nuestra curiosidad es el cementerio medieval que rodea a la iglesia. Se trata de un buen número de tumbas excavadas directamente en el afloramiento rocoso, lo que nos da una idea de las estrecheces económicas que aquejaron a la época.




Su tipología variará, desde las ovaladas o de bañera a las antropomorfas con cabeza redondeada, de tal manera que el difunto era colocado de cúbito supino y con un estrechamiento se garantizaba que la cabeza reposará mirando al frente.


Las dataciones más habituales, para el caso de sepulturas antropomorfas asociadas a comunidades cristianas suelen estar en torno a los siglos IX y XI d. C., momento de su auge, si bien se pueden remontar a los siglos VI-VII momento en que las sepulturas antropomorfas van a sustituir al sarcófago, probablemente como consecuencia de la pérdida de poder de las élites locales, el abandono de las ciudades y ocupación o reocupación de los núcleos rurales, muchos de ellos situados en altura y en zonas rocosas que favorecían el empleo de este tipo de inhumación. La vida monástica impulsada por los monjes eremitas –como en la zona de Galicia- , también pudo ejercer alguna influencia en la expansión de estas tumbas, al igual que sucedió con las iglesias rupestres.
Por lo que respecta al caso e Ayera habrá que situar el siglo XI como el momento de realización de estas sepulturas, cuando los señores aragoneses se hacían con el control de estas tierras en el marco de la toma de la ciudad de Huesca (1096). No olvidemos, como se ha venido señalando reiteradamente, que tumbas antropomorfas y repoblación son conceptos que aparecen relacionados en la mayoría de los casos en que  este tipo de inhumación aparece en  la provincia de Huesca.