jueves, 14 de noviembre de 2013

CASTILLO DE SABAYÉS

 El estratégico emplazamiento del que dispone el pequeño núcleo de Sabayés (hoy perteneciente al municipio de Nueno) vigilando la Hoya de Huesca desde el curso alto del río Isuela, ya nos pone sobre aviso de su posible origen militar y desarrollo de alguna fortificación.





Basta con seguir la tradición oral de los ahí residentes cuando se refieren a cierto lugar del pueblo conocido como “el castillo”, lo que nos revela la existencia de un enclave militar en esta zona que queda atestiguado también por algún resto material.




 Podemos disponer de alguna otra pista, como la disposición del casco urbano que responde grosso modo a las características de plaza fuerte, donde incluso algunos apuntan a reminiscencias almogávares. Lo que ni sería de extrañar en tanto estas belicosas tropas, al servicio del rey de Aragón, procedían en un alto porcentaje de regiones montañosas.





 Parece lógico pensar que con estas bondades en su ubicación, fuese aprovechado con anterioridad como así parece estar registrado un poblamiento en época iberorromana. Desde luego su estratégica posición no pasó desapercibida para la Reconquista, en concreto a la hora de saltar desde la montaña a la Hoya de Huesca, que en manos musulmanas constreñía al pequeño reino aragonés todavía incapaz de sumarse a la gran expansión territorial de la que sí estaba disfrutando Castilla.




 Dentro de la planificación para la conquista de Wasqa se fue ideando toda una línea defensiva de castillos y atalayas que circundaban las sierras exteriores, Loarre, Salto del Roldán, Santa Eulalía, Novales,…que protegían el Reino y, a un tiempo, preparaban el asalto final. De esta manera Pedro I ordena la construcción de un castillo, en un montículo situado en el extremo oeste de Sabayés.



 De lo que queda hoy es más lo que se puede suponer que lo queda por admirar; un hueco rectangular excavado en la tierra y construido con piedras unidas con argamasa de tono rojizo sería el aljibe. Similares construcciones para almacenar agua podemos encontrar en el castillo de Loarre, Novales o en el Salto del Roldán.









 De hecho, bastará con admirar las espectaculares vistas que nos ofrece esta paraje, para poder apreciar la comunicación visual que podía establecerse fácilmente entre estas diferentes posiciones defensivas.



 Justo en el otro extremo del casco urbano, en el margen oriental, se levanta la iglesia de San Andrés que dispone de una soberbia torre-campanario, con lo que reforzaríamos nuestra idea de lugar destinado a la defensa. Su enclave estratégico, sus potentes muros y la existencia de ventanas en derrame propias de los puestos defensivos nos revelan que la torre-campanario sigue otros ejemplos de torres defensivas que protegían los Pirineos.  Pudo tratarse de un aprovechamiento a posteriori del recinto original amurallado, cuando menos de sus cimientos.





 Algo parecido podemos adivinar si prestamos atención en el recorrido de la localidad, cuando se nos aparece un potente muro de grandes sillares en piedra, que podría tratarse de la base de otro de los torreones que cerrarían el amurallado, o los cimientos de algún lienzo de muralla.




 Su primera cita en la documentación cristiana data de 1093, cuando Sancho Ramírez y su hijo Pedro I dotaron la iglesia de Montearagón. En esta donación se incluye la iglesia de Sabayés con todos sus derechos. Documentalmente se sabe que a partir de la conquista de Huesca (1096) pasaron a poder de los cristianos diversas poblaciones entre las que se encuentran Sabayés y Apiés, que quedaron frente a la aún musulmana Bolea, que se conquistaría unos años más tarde. Tres son sus tenentes conocidos: Guillén Sánchez (1097-1101), Fortún Garcés de Valle (1100-1116) y Lope, que es citado en 1158.






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