viernes, 25 de abril de 2014

SANTA MARÍA DE ISÚN DE BASA (iglesias mozárabes VII)




 Al refugio de la falda sur de la montaña de Santa Orosia, el poblado de Isún levanta su parroquia a Santa María, a la que podremos llegar tras atravesar, por  vía comarcal, Sardas y antes desde la N 330 a la altura de la circunvalación de Sabiñánigo.






Al igual que otras iglesias de su tipo, que fueron construidas entre los años 940 y 1100, posee toda una serie de rasgos comunes que aglutinan diversas influencias. De hecho, lo más probable es que fuera levantada en dos fases diferenciadas. Una primera, a la que correspondería el ábside, en torno al 1060, y una segunda, para una pequeña nave sin apenas decoración que se adscribe a la tipología de un románico más pleno, pero siguiendo el estilo románico jaqués. Nave que se cubriría con una bóveda de medio cañón, pero que desapareció tras la Guerra Civil, al igual que ocurrirá con el arco de medio punto del presbiterio y con la bóveda de horno original para el ábside, pero que fue recuperada con su restauración.













Es posible que la parte más interesante, por donde se concentra la decoración, sea el ábside; de tradición lombarda sobre el paramento, realizada con un sillarejo algo tosco aparecen siete arquillos ciegos sobre lesenas, que dan el dinamismo propio a estos edificios que comienzan a configurar por primera vez un estilo verdaderamente europeo.








Sobre esta arcuación un reconocible friso de baquetones, entre una moldura tórica y dos hiladas sobrepuestas que hacen las veces de cornisa dando paso a una bóveda de horno. Por cuanto se refiere al origen de esta peculiar decoración, que no encontraremos en otras regiones, es muy probable que tal especificidad sólo fuera producto de la casualidad, como bien apunta A. G. Omedes, quien hace un buen diagnóstico de estos restos de otras iglesias para llegar a la conclusión que no existía diferencia entre las piezas utilizadas para la realización de las molduras tóricoas –horizontales- de las empleadas para el friso –verticalmente-, bien pudo tratarse de una ingeniosa manera de dar uso a piezas sobrantes.








La nave de una austeridad rígida, como era  obligado en su momento, deja espacio para la decoración únicamente en un friso de ajedrezado jaqués, del que disponemos un fragmento en el muro sur. Y en sus ventanales, sendos crismones, quedando únicamente como original el más meridional.





Por último, una torre-campanario adosada a la nave, de tiempo muy posterior (S.XV), con dos vanos de medio punto por donde asoman las campanas.

















Como todas las iglesias de su género, fue reconocida Monumento Histórico Nacional en 1982.