jueves, 10 de abril de 2014

Estación internacional de Canfranc, el oro y la guerra

"La historia del paso fronterizo de Canfranc en la 2ª Guerra Mundial está por escribir. El hallazgo de los documentos del oro nazi que pasó por la aduana internacional en 1942-43 ha abierto una puerta cerrada a cal y canto 60 años"

Heraldo de Aragón





La verdadera naturaleza de este lugar se encuentra bastante lejos de ser tan solo un lugar abandonado y las historias que rondaron el lugar no hace tanto tiempo son dignas de una nueva "Casablanca" por sus intrigas y misterios pero fundamentalmente por su relato de espías.







Su historia se remonta a los años de la guerra, entre el 39 y el 43, pero sobretodo Canfranc cobra importancia en el periodo entre el 42 y el 45, durante la segunda guerra mundial, donde se convierte en fundamental para el desenlace de la contienda.





 La guerra civil española                     



En aquel momento, del año 36 al 39, el túnel se tapió pues se temía que los republicanos pudiesen entrar por el paso.

También expulsaron a todo el regimiento, la parte francesa, de regreso a Francia.






Pese a lo singular del periodo, la estación sale beneficiada, pues en este periodo se destruyen las estaciones de Irún y Port Bou y el escaso tráfico de mercancías y personas se produce justo en Canfranc.

Será tras la contienda Europea, momento en el cual España es castigada por haber ayudado al eje y la estación va perdiendo importancia con Irún y Port Bou.


 

El oro de Canfranc                                                       


                                             La ruta    


Por Europa llegaron a pasar 1.200 toneladas de mercancías mensuales en la ruta Alemania-Suiza-España-Portugal, entre ellas 86 del oro nazi robado a los judíos y 500 kilos en lingotes de plata.

España en aquellos años estaba en la posguerra, y oficialmente tenía una postura de "no beligerancia", aunque realmente Franco debía devolver la ayuda que Hitler le proporcionó en la Guerra Civil.




Ésta ayuda se tradujo en que España enviaba a Alemania toneladas de volframio de las minas gallegas que permitía blindar los tanques y cañones alemanes para la gran guerra. 



Las empresas explotadoras habían sido abiertas por empresas alemanas que operaban en España a través de Sofindus (Sociedad Financiera Industrial), el único holding alemán que podía comprar oro. Messieur Reinard era el responsable de la empresa suiza encargado del intercambio custodiado por agentes de la guardia civil




A cambio España recibió al menos 12 toneladas de oro, a Portugal llegaron 74, aunque no se sabe cuántas fueron exactamente pues los papeles originales no existen.

Ese volframio todavía se puede ver, 60 años después, en las vías muertas y muelles de la estación de Canfranc. 



Dicho oro, junto a otras mercancías acababa en Portugal, única puerta de entrada de mercancías a Sudamérica, lugar de refugio de muchos alemanes tras la contienda.


                                             La Gestapo    



Durante aquellos años en la estación controlaban el oro seis oficiales fijos y otros de paisano, en ocasiones hasta grupos de veinte soldados uniformados, algunos de ellos residían en la singular fonda Marraco.

La convivencia fue en ocasiones complicada, los robos eran severamente castigados en aquellos años de hambre. 




Los alemanes, eso sí, llegaron a celebrar conciertos en la misma estación, concretamente en el hotel internacional.

Los soldados no tenían inconveniente en regalar comida, en ocasiones, a las gentes del lugar.




Testigos del oro                                                              



                                             Jonathan Díaz    


Jonathan Díaz, un francés de padres españoles descubrió los documentos abandonados en la estación que revelaban el intercambio del oro poco después que se grabara un anuncio de la lotería de Navidad en Octubre del 2000. 




                                             Daniel Sánchez    


Daniel Sánchez, el mozo de aduana, afirma haber cargado oro, relojes o volframio a sus espaldas por el puente internacional de la estación. Su mujer trabajaba en la fonda Marraco, lugar de encuentro de muchos protagonistas de este fantástico relato.





                                             Júlio Ara    



 

Júlio Ara, de madre herrera, levantó lo que fue una vez la fonda de la herrera y hoy es el Hotel Ara. 




 Todavía recuerda como los judíos pagaban pasaportes falsos para que otras gentes les ayudaran a pasar la montaña detrás de la estación, huyendo de los nazis. 





Se calcula que pudieron ser unos 30.000 judíos los que intentaron la huida, aunque la gestapo de la aduana devolvió a muchos. 


Antonio Galtier Rambaud, oficial que daba el conforme al oro nazi, muy crítico con la casi ocupación de los nazis, recuerda todavía la historia del húngaro que murió en la aduana tras ver como su familia era socorrida por los vecinos, quienes además pagaron el entierro de Galtier.





La estación espía                                              


"Canfranc es la casablanca real (...) el lugar en el que se cruzaban los alemanes, los espías, los fugitivos y los republicanos españoles que aguardaban si su pueblo era el único en la liberación del país"

Ramón J. Campo

 



Si hubo alguna "Casablanca" real, ésta fue la estación de Canfranc. 

En la fonda "Casa marraco" residía el único telefono donde llamaban los alemanes, e incluso la resistencia francesa.

En la barra del bar podían convivir republicanos, franquistas, nazis y aliados.




 
 
Los alemanes invadieron el norte de Francia en verano de 1941 y por eso la comunicación de los aliados por el Canal de la Mancha con la Resistencia francesa era más complicada. Londres-Lisboa-Pau, de ahí que los estados mayores usaran el paso de Canfranc para comunicarse a través de Lisboa y Madrid, capitales de países teóricamente neutrales en el conflicto. 




Los aliados necesitaban saber qué ocurría dentro de Francia, y viceversa, para saber dónde atacar. La Resistencia recibió material que iba camuflado en los trenes diarios "wagon-lit" que hacían el viaje Madrid-Canfranc.




                                             Lola Pardo    



Una modista de Canfranc desveló que fue colaboradora con los aliados, transportando secretos militares desde la estación hasta Zaragoza, en sobres y en sus fajas. 

En la capital, Lola y su hermana entregaban la correspondencia a un cura castrense llamado Pater Planillos bajando a Zaragoza con la excusa de ir al dentista.



Tal y como ella misma reconoce, gracias a estas bravas acciones y gracias a estas informaciones fue como pudo tener lugar el desembarco de Normandía.

La realidad, muchas veces, es mejor que casi cualquier ficción, como en las mejores películas de espionaje, dos días antes del primer viaje en tren entre Canfranc y Zaragoza, las hermanas Pardo asistieron a un baile de oficiales en el hotel de la estación, en el que debían vestir con vestidos amarillos, como contraseña para que las reconocieran los dos españoles y dos franceses que formaban parte de la red e iban a esperarlas a Zaragoza. 




                                             Albert Le Lay    


El jefe de la aduana francesa, Messieur Le Lay, conocido como "El rey de Canfranc" ayudó al paso de militares y documentos para la resistencia francesa. 

La Gestapo lo descubrió en el 43 pero pudo huir en varias etapas hasta el Norte de África gracias a la colaboración de los vecinos de Canfranc y de la estación andando por las vías ayudado por Miguel Aso. 




Cómo llegar                              


Para acercarnos a la antigua estación llegaremos por la vía de servicio carretera nacional 330 pasando Jaca y continuando dirección Francia hasta que podamos desviarnos a la derecha hacia Francia/Canfranc Estación. 

Podemos pasear por los muelles, contemplar el depósito de máquinas, con su estructura metálica, y las diversas grúas que todavía permanecen a los lados de las vías. 

Recomendamos, nuevamente, tener sumo cuidado si nos adentramos "por nuestra cuenta y riesgo" en un edificio muy antiguo, situado en lo alto de la montaña y abandonado desde hace tiempo.





Visitas                                          


Aunque las visitas al exterior son gratuitas, si se desea contemplar el interior es necesario reservar entrada -y recomendable hacerlo antes del día de la visita por teléfono- y abonar 2 €uros.






Bibliografía